11 Mar “THE OLD MAN AND THE SEA”, NUNCA SE ES DEMASIADO VIEJO
Texto Víctor Gallego
¿Cuándo está una vida completa? Cuando llega ese momento en el que echamos la vista hacia atrás y vemos que todo el camino que se ha recorrido ha merecido la pena. Con subidas y bajadas, líneas rectas y curvas, cuando esta montaña rusa de emociones que nos tocó disfrutar la puedes llamar, VIDA.
Pero al igual que en todas las funciones, la vida tiene un último acto, una última etapa a la que muchos han intentado poner fechas y días en el calendario, pero para la que todos tenemos un nombre, la vejez. Un momento cálido y tierno, rodeado de los nuestros en una casa en la pradera y con Bobby, el labrador chocolate, correteando entre arroyos y colinas, mientras en lo lejos, el humo sale de la chimenea del rancho familiar y nos recuerda que la comida está en la mesa.
Rebobinemos… ¿¿Bobby, una pradera y el cálido olor de la chimenea?? Un momento, esto es un magazine de surf y acabamos de dibujar un idílico paisaje en el medio de Nebraska, con Lassie y Charlton Heston dando disparos al aire.
¡Nosotros somos de costa! ¡Somos de salitre, mar y olas! Así que, ¿a quién no le gustaría envejecer en la playa? Levantarse cada mañana con el sonido del mar batiendo en nuestra puerta y unas olas espectaculares esperándonos para desayunar.
Esto es lo que muchos de nuestros mayores han pensado y han llevado a cabo. Tras una vida de trabajo, de esfuerzo y de dedicación, a lo que fuese, la edad dorada de la vida la quieren pasar surfeando, y en vez de llamarle “vejez” llamarlo “última niñez”. Saber que ya no tienes que darle cuentas al despertador ni a un jefe gilipollas que te dice Menéndez, ¡lo quería para ayer!
La jubilación es el momento en el que todo tu tiempo es para ti, y ¿qué mejor manera de gastarlo en lo que a uno más le gusta hacer? Surfear, y con suerte enseñarle a tus nietos a hacerlo. Eso sí sería un buen momento para echar la vista hacia atrás y decir al viento, ¡I did it! Ven cuando quieras que te estaré esperando bajo un sol de primavera y un tubo de invierno.
En la playa a la que suelo ir a surfear hay uno de esta especie, de los que quieren que el acto final sea en una playa y surfeando como cuando no nos invadían los medios de comunicación. Cuando el surf se imaginaba y todavía no se veía.
Pero no solo es él, no es único en su especie y cada playa tendrá el suyo o los suyos, esos surfistas que hacen surf por pasión y vocación, no por imitación o repetición de modelos creados por y para el marketing de este sector.
Hace poco nos hacíamos eco en esta revista de algunos de los mejores spots de UK, esos en los que lleva surfeando toda una vida la leyenda del surf inglesa Gwy Haslock, que a sus 71 años sigue surfeando cada mañana como lo hacía con 17. Ella fue la primera campeona de surf de Inglaterra y el que tuvo retuvo, o eso dicen los más viejos del lugar. Como dice el refrán que todos tenemos en la cabeza, sabe el diablo más por viejo que por surfista mirando al mar.
Este artículo es un homenaje para todos esos ejemplos que nos encontramos en la playa y a los que cada vez que los vemos surfear una ola pensamos en voz alta, ¡ojalá cuando tenga su edad esté la mitad de bien de lo que está él o ella!
Lo que nos enseñan estos auténticos modelos, es que el mar tiene muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, pero a todos nos contagia un poco del espíritu de Peter Pan. No queremos ni debemos dejar de hacer nunca aquello que nos mantiene vivos, porque el día que lo dejemos de hacer, será el momento en el que no lo estemos.
Nacemos, crecemos y morimos, esto es algo que todos y cada uno de los seres vivos que habitan sobre la tierra tenemos en común, algo que nada ni nadie debería de tener el poder de quitarnos. Que llegue el momento cuando tenga que llegar, pero ojalá nos coja a cada uno en el lugar en el que quisiésemos estar.
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