20 Feb MARSHALL HANDPLANES, EL VALOR DE LA SOSTENIBILIDAD
De distintos rincones del mundo surgen emprendedores que a través de la investigación y tecnología consiguen crear productos cuya huella negativa en el Planeta es casi nula. En esta ocasión nos hemos topado con un hermoso proyecto llamado Marshall Handplanes, el cual fabrica handplanes ecológicos para bodysurf, en medio de las montañas de Vizcaya.
Alejandro Padró es el creador y shaper de Marshall Handplanes, gracias a su creatividad y profundo interés por el medio ambiente, consigió crear tablas sostenibles, en todo el sentido de la palabra. Los materiales que utilizan son madera de paulownia, hemp y micelios; también emplean una tecnología pionera y propia: Arditek, basada en la lana de la oveja latxa para poder ofrecer una alternativa natural a la fibra de vidrio.
Hemos hablado con Alejandro acerca de su trayectoria, el bodysurf, las tablas y la importancia de ser creadores y consumidores de productos sostenibles.
SR: Alejandro, ¿puedes contarnos un poco de ti? ¿En qué momento llega el bodysurf a tu vida?
AP: Tengo 26 años, soy de Bilbao y graduado en ADE. Sin embargo, mi primera vocación fue la de ingeniero industrial, la cual no me convenció del todo. Y fue precisamente en ese año de transición, entre una carrera y la otra, cuando el bodysurf llegó a mi vida.
SR: Al ver todo lo que implica Marshall Handplanes uno se da cuenta que eres una persona ambientalista, ¿siempre fue así?
AP: La verdad es que gracias a mis abuelos he tenido la gran suerte de pasar mucho tiempo de mi vida en un entorno natural y siempre he tenido una gran consideración por la Naturaleza. Pero creo que el hecho que ha marcado la diferencia es el de asumir la responsabilidad de las consecuencias de mis actos, algo que he entendido con los años. Y esto es algo común, es decir, a mucha gente le preocupa el medioambiente pero en su día a día no hacen nada para reducir su impacto. Del dicho al hecho hay un trecho y a todos nos pasa, cuesta mucho renunciar a nuestro modo de vida.
Es importante darnos cuenta que, en primer lugar, nuestras acciones tienen consecuencias y segundo, que el cambio tiene que venir de nosotros mismos, no podemos esperar a que otros arreglen los problemas que nos conciernen y afectan a todos.
SR: ¿Podrías decirnos la diferencia entre hacer bodyboard con una tabla y un handplane?
AP: Normalmente cuando utilizas un bodyboard o una tabla de surf, vas montado encima, deslizándote por el agua. En el handplane, en cambio, actúa como si fuera una extensión de tu cuerpo, proporcionándote la ayuda esencial para poder surfear las olas con efectividad.
Te permite sacar un poco el cuerpo del agua para ir más rápido, te da agarre en la pared de la ola y te da control, pudiendo modificar tu dirección, posición y velocidad. Disfrutar lo máximo con lo mínimo.
Y contrariamente a lo que se pueda pensar, es una disciplina muy sencilla, muy intuitiva y muy muy divertida. Lógicamente hay que saber nadar bien y tener un mínimo de conocimiento del mar y de sentido común.
Por decirlo de alguna manera, muchos de los hándicaps que tienen hoy en día los saturados picos de nuestras costas se despejan de la ecuación. Esto no quiere decir que el bodysurf tenga sus desventajas. A veces no es posible encontrar un sitio tranquilo en la playa, sobre todo en verano, y para muchos surfistas somos “invisibles”, con los riesgos que eso conlleva.
Sin embargo hay algunos bodysurfers como Javi a.k.a “el Turbinas”, un gran amigo, que está demostrando de lo que el bodysurf es capaz, conquistando olas en Mundaka y Meñakoz en los días más gordos.
SR: ¿Qué te llevó a fabricar tus propios handplanes? ¿Tenías experiencia en diseño y fabricación de algún otro objeto?
AP: Siguiendo con la primera pregunta, durante ese año de transición al dejar la carrera de Ingeniería Industrial, decidí que no podía quedarme de brazos cruzados esperando al nuevo curso y me dije: “¿qué te gustaría aprender que, de haber seguido con la carrera, nunca podrías haber aprendido?”. Y decidí que quería aprender a hacer tablas de surf.
Para entonces ya surfeada gracias a mi padre y como siempre he sido alguien muy mañoso y me gusta ensuciarme las manos (cabañas, goitiberas y demás chapucillas) tenía esa inquietud latente.
Por medio de Tato, un amigo al que le mando un cariñoso saludo, pude contactar con Kike Panera, fundador de Styling y le pregunté a ver si podía ir a su taller en calidad de aprendiz. Afortunadamente, dijo que sí y rápidamente me convertí en el chico de los arreglos de taller.
Allí, además de Kike, tuve un montón de mentores que me enseñaron un montón de cosas: Fer, Jean, Junior, Titus… Ellos me enseñaron todo lo que hay que saber respecto a la fabricación de tablas y, al finalizar mi experiencia en el taller, pude hacerme una tabla de principio a fin, una Mini Simmons rosa chicle preciosa.
Si eres alguien creativo y mañoso, estar en un taller con acceso a materiales te despierta aún más esa vena y con todo lo que iba aprendiendo, me iba fabricando cosas en el pueblo para después probarlas.
Desgraciadamente, algunos experimentos a veces no salen bien y haciendo descenso con un longboard casero me caí y me lesioné el codo, lesión que llevo arrastrando desde entonces. La lesión, curiosamente, sólo me afecta cuando surfeo, en especial al hacer el pato; llega un momento que del dolor no puedo seguir pinchando la tabla. Entonces, aún en el taller, me dije: “tengo que encontrar una forma de seguir disfrutando de las olas” y me fijé en el bodysurf y los handplanes. Me dije, ¿Por qué no probar?
Empecé a reciclar los residuos del taller para fabricar las primeras tablas, que suscitaron cierto interés entre la gente de mi entorno y es ahí cuando comenzó un poco el proyecto.
Y también en el taller llegó el componente ecológico de Marshall Handplanes. Muchas veces, cuando vemos las cosas desde fuera, es difícil conocer las implicaciones de éstas, ni nos las planteamos. Para mí, trabajar en un taller de tablas de surf me abrió los ojos.
Existe una relación complicada entre la supuesta conexión del surf con la Naturaleza y lo que realmente pasa entre las bambalinas del sector. No digo nada nuevo cuando afirmo que la industria del surf es de todo menos ecológica, como la textil y tantas otras.
Yo lo he vivido en mis carnes, lo he respirado y, al darme cuenta, decidí que tenía que hacer algo al respecto y los handplanes se presentaron como el mensajero ideal.
La experiencia en el taller de Styling ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido nunca; por el trato recibido por parte de mis compañeros; por todo el conocimiento adquirido, pero sobre todo porque fue determinante a la hora de desarrollar mis capacidades personales.
Esto puede sonar muy exagerado, pero cuando eres joven hay una serie de años clave para tu futuro en los que tienes que decidir hacia dónde quieres enfocar tu vida. El poder canalizar tu pasión y valores en un proyecto propio catapulta tus aptitudes exponencialmente y te ayuda a mantener un rumbo claro hacia tus objetivos.
Desgraciadamente, esto no se incentiva demasiado desde el sistema educativo y mucha gente queda a la deriva. Y no hace falta montar una startup tecnológica de éxito, ni dar el pelotazo, incluso se puede fracasar estrepitosamente, de hecho es algo positivo si aprendes de ello. Se trata de desarrollar capacidades para ser buenos en lo que nos gusta y motiva.
Yo no vivo y seguramente nunca viviré de mis handplanes, pero las cosas que me ha aportado y me aporta Marshall Handplanes han sido determinantes para ir consiguiendo mis objetivos. He salido de mi zona de confort, me ha exigido dar lo mejor de mí, he aprendido a fracasar, ha ampliado mi conocimiento en los temas que me apasionan, me ha enseñado a valorar las cosas de forma distinta y he conocido a un montón de gente muy interesante por el camino.
SR: La paulownia se está convirtiendo en el material estrella de tablas ecológicas, ¿cómo llegaste tú a ella para crear Marshall Handplanes?
AP: Cuando me planteé soluciones alternativas a lo que hoy en día se utiliza en la industria del surf buceé en Internet en busca de respuestas y las encontré. La paulownia lleva muchos años, gracias a Tom Wegener, siendo la referencia en el mundo de las tablas ecológicas y ya por 2013 había cantidad de información en la Red.
De hecho, para entonces el mismo Tom ya había estado por Sopelana haciendo alaias y transmitiendo su mensaje a los excepcionales marcianos que por allí se deslizan. Y ellos, han hecho lo propio conmigo, de lo que estaré eternamente agradecido. De acuerdo con mi experiencia, el mundillo del surf sostenible es fascinante; todo se basa en compartir conocimiento y buen rollo. Al final, todos tenemos un objetivo común; disfrutar del surf de manera responsable.
SR: ¿Qué tipo de dificultades tuviste cuando comenzaste con este proyecto?
AP: El problema principal que he tenido es llegar al público, a muchas personas les cuesta entender qué es esto del bodysurf, qué es un handplane. Me ha llegado a pasar que la gente piense que mis handplanes son modelos a escala de tablas de surf o que se ponen en los pies… Esto es algo totalmente normal, ya que es un deporte totalmente nuevo incluso para muchos surfistas. Pero también tiene cierto encanto el que sea un deporte tan minoritario.
Lógicamente el tener la sostenibilidad como línea de acción presenta ciertos retos, mucha búsqueda y mucha prueba y error.
Cuando dedicas tanto tiempo a algo es difícil de encajar el no ser capaz de transmitir ese valor a los demás, pero cuando llegas a alguien, te apoya a muerte y eso es lo que te motiva al final del día.
SR: Tus handplanes están hechos de materiales ecológicos que de una u otra forma regresarán y empezaran un nuevo ciclo, ¿cómo definirías la filosofía Marshall?
Y no sólo eso, sino poner encima del tablero cosas como el coste externo de los productos, la huella de carbono o la transparencia en la trazabilidad de los materiales, conceptos muy a tener en cuenta a la hora de tomar nuestras decisiones de compra.
AP: Lo que siempre he tenido claro con Marshall Handplanes es que mi objetivo es mandar un mensaje, remover alguna conciencia. Poner de manifiesto un problema: los materiales tóxicos que se utilizan para hacer una tabla entre otros. Y familiarizar a la gente con las soluciones que existen para atajarlo: paulownia, bioresinas, fibras naturales. Para que cuando vean una tabla de surf sostenible hecha con esos materiales, ya los conozcan y estén más receptivos.
Y ojo, lo que yo planteo no es la única forma de hacerlo. La sostenibilidad se puede alcanzar mediante muchas formas, no sólo mediante los materiales ecológicos. La durabilidad, dónde se produce, cuestiones de salud o sociales también han de tenerse en cuenta. Uno puede comprar algo hecho de materiales naturales pero si viene desde la otra punta del mundo y ha sido fabricado en unas condiciones que nosotros no consentiríamos a lo mejor no es tan sostenible…
En definitiva, lo que me gustaría conseguir con Marshall Handplanes es que la gente se haga las preguntas correctas a la hora de comprar lo que sea. Yo me centro en el mundo del surf, a través de los handplanes, porque es lo que me gusta y de lo que sé y procuro poner a disposición de todo el mundo la información que he ido asimilando durante todos estos años.
Si me compran un handplane y se convierten de alguna manera en embajadores de este genial mensaje, pero si leer esta entrevista o navegar por mi web les aporta algo valioso me doy por satisfecho.
SR: Nos causa una curiosidad tremenda el desarrollo de la tecnología Arditek, que reemplaza la fibra de vidrio, ¿de dónde surge el experimentar con lana de oveja latxa? ¿De quién fue la idea y parecía una locura al principio?
AP: La verdad es que fue fruto de una bendita casualidad. Estando en un programa de emprendimiento juvenil de la Universidad del País Vasco cada uno tenía que presentar su proyecto delante del resto de participantes. Cuando acabó la sesión, un chico se acercó y me comentó que unos profesores suyos estaban experimentando con la lana de la oveja latxa para sustituir la fibra de vidrio. Se me encendieron los ojos.
Resulta que existe una gran problemática con la lana de esta oveja, ya que, al ser muy basta, tiene difícil aplicación en prendas de vestir y toneladas del material se convierten en deshechos todos los años. Antaño se usaba mucho para rellenar colchones, práctica ya en desuso. Me puse en contacto con los profesores y me contaron hasta dónde habían llegado con el tema y la complicación del reto.
Yo busqué una aplicación directa de lo que tenían en el momento (el modelo Latxa) con intención de llevarlo más allá pero desgraciadamente y después de hablar con muchas organizaciones relacionadas vi que no había demasiado interés en el tema. Si a esto le sumas que la huella de carbono que tiene la fibra de vidrio en una tabla de surf es muy pequeña, decidí enfocarme en problemáticas con mayor impacto, como el foam o la resina.
SR: En Marshall incluso el packaging está fabricado de materiales sostenibles como los micelios, ¿tienes un equipo que te ayuda a idear todos estos detalles?
AP: La verdad es que no, soy bastante autodidacta. Y la mayor parte de las ideas que tengo vienen por aprovechar las oportunidades que se me han ido presentando. En el caso de los micelios, los descubrí en una excursión de la universidad en la que fuimos a la materioteca de MaterialConnexion en Bilbao. Un sitio fascinante donde tienen lo último en materiales, los puedes ver, tocar y además te dan el contacto de los proveedores.
En ese momento, la empresa que desarrolla la biotecnología detrás de los micelios sólo vendía en EEUU pero gracias a un amigo que tenía en esos momentos por allí, pude hacerme con un par de kits para cultivar micelios y probarlos. Me encantaron. Sin embargo, de cara a introducirlos en el proyecto he tenido que esperar años hasta que hubiera distribuidores europeos.
De momento sólo el packaging del modelo Corky tiene micelios, pero estoy trabajando en un nuevo modelo de handplane que contará con micelios en el núcleo, a modo de foam y los resultados están siendo prometedores. Para que la gente se haga un poco a la idea de qué son los micelios se trata de las raíces de las setas, se organizan en redes y aunque no los veamos, tienen una importancia clave en los ecosistemas.
De hecho, el organismo vivo más grande del planeta, con una extensión de 10 kilómetros cuadrados y más de 2.000 años de edad es una red micelial.
Lo brutal del concepto es que cuando mezclas esporas del hongo con un sustrato (en nuestro caso residuos agrícolas y harina) y los cultivas en condiciones adecuadas, consigues un producto parecido a una espuma, 100% orgánico.
La idea de hacer un modelo con un núcleo de este material es reducir el uso de la madera, relegándola a una función puramente estructural, que es donde es útil. A diferencia de los árboles, que necesitan mucho terreno y varios años para ser cultivados, los micelios crecen en pocos días, puedes cultivarlos en casa y lo que es mejor, los puedes hacer crecer con la forma que quieras, evitando desperdiciar material, aunque sea biodegradable, ahorrando cortes y lijado.
SR: Uno de los factores que desencanta a los compradores es el “precio económico elevado” de la sostenibilidad, a pesar de eso ¿por qué escoger productos como el tuyo?
AP: ¿Un precio elevado para quién? En primer lugar, la gente tiene que preguntarse qué es lo que va implícito en el precio de un producto. Que un producto tenga un precio menor no quiere decir que cueste menos; la diferencia en precio tiene un significado que hay que cuestionar para entenderlo ¿Si esa diferencia no la estoy pagando yo con mi dinero, quién la paga y cómo la paga?
Comentaba antes el tema de los costes externos, que son los costes que se generan al producir algo y la empresa productora no paga. Por ejemplo, si yo contamino el aire al producir mis handplanes, genero un coste para las personas que lo van a respirar, afectando su salud (lo externalizo). Sin embargo, sí me responsabilizo de ese coste externo y lo internalizo produciendo mis handplanes de manera sostenible, lógicamente el precio final de mi producto va a aumentar, pero el intercambio se queda entre el cliente y yo: no perjudicamos a nadie.
Yo no voy a decir por qué han de comprarme a mí o no, me gustaría que esa decisión fuese fruto de una reflexión. Pero antes de afirmar que la sostenibilidad tiene un precio alto, hay que preguntarse este tipo de cosas, porque, que algo no afecte directamente tu cartera no quiere decir que no lo estés pagando (o peor, que lo estén pagando otros). Yo prefiero pagar con euros que con mi salud o con el futuro de generaciones venideras, lo tengo muy claro.
SR: ¿Cómo valoras la presencia de Marshall Handplanes en tiendas y países fuera de la Unión Europea, alguna vez has pensado en hacerla mucho más comercial?
AP: Para nada, no tendría mucho sentido. Yo defiendo unos valores, una forma de ver las cosas y tengo que ser consecuente. Al igual que procuro que todos los materiales que utilizo, además de ser sostenibles en esencia, vengan de la Unión Europea (en especial de España), cuando vendo, me gusta vender en mi entorno.
Si alguien de Australia quiere una handplane, es mejor que lo compre allí, a algún artesano local. No tiene sentido que yo le mande uno a miles de kilómetros de distancia.
La verdad es que es fácil caer en la demagogia de lo ecológico, yo he caído el primero. Muchas veces los materiales no lo son todo para que algo sea sostenible, también entra en juego la durabilidad, el proceso de fabricación y los kilómetros que el producto tiene que viajar hasta llegar a la puerta de tu casa, pero esas cosas no las vemos y no se toman en cuenta.
A lo mejor es más sostenible que le compres una tabla de calidad hecha con materiales tradicionales al shaper de tu pueblo que comprar una tabla hecha en masa, y menor calidad, importada desde algún país asiático que lleva bambú como recubrimiento.
SR: Aprendiendo sobre tus materiales y producción es imposible no ilusionarse con una industria más sostenible, ¿qué crees que sería necesario para que todos contribuyamos a una industria más sostenible?
AP: Esto o lo hacemos entre todos, o no se hace. Soy bastante crítico con la visión de que son los fabricantes y los gobiernos los que tienen que ofertar productos sostenibles y legislar para prohibir ciertos materiales y prácticas. Y no porque considere que eso sea mentira, que no lo es, sino porque nos olvidamos de una parte esencial de la ecuación: los consumidores. ¡Una empresa gana dinero porque alguien se lo paga!
Cada empresa está cimentada sobre una serie de valores (más o menos éticos, según) y nosotros los consumidores, a través de nuestras decisiones de compra estamos apoyando la forma de actuar de las empresas a las que les compramos.
Oferta de productos sostenibles hay, en unos sectores más que en otros, pero si cuando vas al lineal eliges comprar la opción más barata sin cuestionarte nada más que el precio, ¿por qué luego exiges a los demás responsabilidad? Tienes poder, úsalo.
Tal vez haya que comprar menos, pero comprar mejor; el producto más sostenible es el que no se produce. Lo que no podemos es estar en la procesión y tocando las campanas; cambiar tu fondo de armario todas las temporadas y cuidar el planeta al mismo tiempo no es viable.
Necesitamos consumidores empoderados, informados, críticos y, sobre todo, coherentes, que exijan a las empresas responsabilidad y transparencia, votando con sus decisiones de compra.
SR: ¿Cuál es tu sueño más grande con Marshall Handplanes?
AP: El mero hecho de poder tener esta entrevista en una revista como Surfer Rule es todo un hito para mí. Como os he comentado, mi objetivo es intentar transmitir la idea de que debemos ser responsables e interesarnos sobre las consecuencias de nuestros actos para poder entender el impacto que generamos y las cosas que podemos cambiar aunque sea de poquito en poquito; muchos granitos de arena hacen una playa.
Quiero aprovechar para agradecer a todas las personas que me han ayudado en mi proyecto; no hay mejor motivación que cuando alguien te dedica su tiempo porque cree en ti.
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