08 Ago LOS YAMAS, VIVIR Y DEJAR VIVIR
Hace más de dos mil años el sabio Patanjali describió ocho etapas, escalones o ¨miembros¨ a seguir y en los que evolucionar para alcanzar la realización del ser, la unión consciente con lo más esencial de un@ mism@, que es la meta final del Yoga.
Los expresó en profundidad en los textos conocidos como Sutras.
Los Yoga Sutras de Patanjali explican con precisión cada uno de los 8 miembros:
- Yamas: Actitud, códigos morales.
- Niyamas: Hábitos para con nosotr@s, disciplina interna.
- Asana: El arte de ¨permanecer¨. La búsqueda del equilibrio cuerpo-mente-espíritu a través de la práctica física y la respiración.
- Panayama: Control y expansión de la energía vital a través de las técnicas respiratorias.
- Pratyahara: Control de los sentidos que nos conectan con lo externo, recogerlos al interior.
- Dharana: La concentración.
- Dhyana: La meditación.
- Samadhi: La iluminación.
En este artículo os proponemos profundizar en la base, los Yamas, siendo ésta imprescindible si queremos ahondar en nuestra práctica y vivir de forma más consciente.
Los Yamas pueden traducirse como actitud, o como los aspectos de nuestra conducta a evitar para mantener una relación ética con nosotr@s mism@s, con nuestro entorno y con todos los seres vivos. También se conocen como la moral natural ya que son la conclusión espontanea a la que llegamos después de vivenciar los extremos en nuestros comportamientos y acciones.
No son dogmas ni mandamientos. Es encontrarte con la forma de practicar y vivir armoniosamente y, aunque como hemos mencionado es un darse cuenta natural, si integramos los Yamas de forma consciente llegaremos a ese estado de bienestar y paz interna de forma más directa.
Su práctica voluntaria implica estar en armonía con un@ mism@ y con los demás.
Sumerjámonos en cada uno de ellos un poco más :
Ahimsa
La no violencia. No hacer daño ni de acción, ni de palabra, ni de pensamiento ni a nostr@s mism@s ni al resto de los seres vivos. La crueldad nos aleja definitivamente de la paz y cuando dañamos o hemos sido dañad@s la conclusión natural debería ser que la violencia, en cualquiera de sus expresiones, conduce al sufrimiento.
Ahimsa nos invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nosotr@s mism@s y con el entorno, a preguntarnos por ejemplo ¿cómo tratamos nuestro cuerpo?, ¿cuál es nuestro diálogo interno?, ¿cómo afectan nuestras acciones a nuestro entorno y a los demás?, desde una perspectiva libre de juicio y de culpa. En la práctica de Yoga lo traducimos en respetar nuestro cuerpo, en no traspasar el umbral entre la tensión y el dolor y en no juzgarnos, se dice “donde empieza el dolor termina la Asana”. Ahimsa nos conduce a vivir de forma amable.
Satya
La autenticidad. Veracidad, comportarse de forma honesta, ser igual dentro que fuera, comunicarse con sinceridad y desde la verdad. Satya nos sugiere revisar nuestros “personajes” y a medida que nos sea posible ir desprendiéndonos de ellos. La autenticidad nos acerca a la libertad.
En la práctica de Yoga implica reconocer y aceptar nuestras limitaciones, no intentar aparentar o llevar el cuerpo a un lugar donde esté forzado, huir de la ¨pose¨, practicar desde la verdad y escuchando en verdad nuestro cuerpo. Ahimsa es ser aunténtic@s y honest@s.
Asteya
La no codicia. No robar, no codiciar lo ajeno. No se limita a lo material, implica también no apropiarse de ideas, proyectos, iniciativas o identidades ajenas. Asteya nos conduce a confiar en nuestros propios recursos, ideas y en nuestro único e irrepetible poder personal y fuerza interna. Nos invita a reflexionar en cuestiones como ¿llevo a cabo mis propias iniciativas?, ¿tengo la atención más hacia mi interior o hacia el exterior?
En nuestra práctica podemos aplicarlo no robando energía a las partes del cuerpo no implicadas en la Asana, no robando la respiración al cuerpo o no progresando a una postura más compleja si no se ha integrado una variante más básica. Asteya es confiar en nuestro brillo sin codiciar el de los demás.
Bramacharya
La moderación. El no abusar, es mantener la medida equilibrada en los diferentes aspectos que nos apasionan y que sin la moderación a la que Bramacharya nos invita podrían obsesionarnos. Si recapitulamos unos instantes sobre este asunto, descubriremos fácilmente que ningún exceso nos produce bienestar. A menudo se ha interpretado como abstinencia o control sexual pero, desde luego, va mucho más allá.
Bramacharya es integrar que ¨lo justo y necesario¨ en cada acción, en cada pensamiento es la medida equilibrada que nos conducirá a la armonía. Durante la práctica podemos experimentarlo no excediéndonos, manteniendo el control de nuestra mente y de las sensaciones emocionales. Una práctica equilibrada y consciente es una expresión de Bramacharya en sí misma.
Aparigraha
El desapego. La no posesión, el vivir sin acumular más de lo que necesitamos en todos los aspectos, material, intelectual… El no apegarnos y tomar solo aquello que necesitamos en cada momento. Aparigraha nos empuja a no valorar o valorarnos por lo que tenemos o hacemos, y nos conduce a vivir de acuerdo a la idea que todo pertenece y es para a un bien común y mayor del que somos parte.
Prácticar de acuerdo a Aparigraha implica no desear más fuerza, más flexibilidad de manera brusca, sin experimentarlo en la progresión de la experiencia y del tiempo, también no apegarnos a lo que se nos da mejor o a lo que nos gusta más o compararnos con los demás por lo que hacen o no hacen.
Los Yamas son VIVIR Y DEJAR VIVIR, así con letras mayúsculas, y aplicarlos de forma voluntaria. Tanto en la práctica como en la vida, supone presencia, consciencia y un gran paso hacia el transitar este camino en armonía, respeto y equilibrio con nosotr@s mism@s y con todos los seres. ¿Practicamos?
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