09 Ene “NÓMADAS DEL MAR”, UNA GENÉTICA ASOMBROSA
Muchos de nosotros soñamos con tener un super poder: poder respirar debajo del agua. Muchos aguantamos unos cuantos segundos, otros son capaces de aguantar unos pocos minutos. Aquellos que surfean olas grandes entrenan mucho para ello.
Pero, un grupo de personas que viven en Filipinas, Malasia e Indonesia, una tribu conocida como los bajau, son capaces de sumergirse durante un tiempo que nunca nadie hubiese imaginado.
¡Conoce su genética!
Los bajau, adaptados genéticamente
Los Bajau son conocidos popularmente por el mote de «nómadas del mar» o «gitanos del mar», y es que durante más de mil años viajaron por el litoral del sudeste asiático en casas flotantes, alimentándose de los recursos que provee el océano a través de la cacería con lanzas.
Actualmente, instalados en las islas de Indonesia, son particularmente famosos entre los locales por sus extraordinarias habilidades de buceo y capacidad para retener la respiración.
Los bajau llevan el buceo libre al extremo: son capaces de sumergirse durante 13 minutos a profundidades de 60 metros. Este pueblo nómada vive en las aguas de las Filipinas, Malasia e Indonesia, donde se sumergen para pescar o en busca de elementos naturales que pueden usarse en la artesanía.
Ha sido un estudio de la revista Cell el que ha aportado las primeras pruebas de que se trata de una mutación de ADN para tener bazos más grandes la que proporciona a los bajau una ventaja genética para la inmersión en las profundidades.
Técnicamente podemos vivir sin un bazo, un órgano situado en la parte izquierda, encima de nuestro abdomen. Pero, ya han sido varias investigaciones previas las que han demostrado que los bazos de las focas, mamíferos marinos que pasan gran parte de su vida bajo el agua, tienen un tamaño desproporcionado. Y te preguntarás, ¿y qué si nosotros podemos vivir sin él?
Pues verás, Melissa Llardo, la autora del estudio de los bajau, quería comprobar si se aplicaba lo mismo a los humanos que buceaban, si su bazo también tenía un tamaño gigante.
«En la segunda visita a su hogar, llevé una máquina de ultrasonidos portátil y material para la recolección de saliva. Fuimos a varias casas y sacamos imágenes de sus bazos. Si ocurre algo a nivel genético, debería haber un bazo de un tamaño determinado. Aquí observamos esta gigantesca diferencia» ».
Llardo comparó los estudios hechos de la población de Bajau con la población vecina que vive en tierra, la gente de Saluan. Se descubrió que los bazos de los Bajau eran en promedio un 50 por cierto más grande que los del Saluan. Incluso las personas de Bajau que no buceaban tenían bazos agrandados, lo que demuestra que esto no era solo una respuesta adquirida al buceo, sino algo más profundo.
Reflejo de inmersión
El reflejo de inmersión es un reflejo que tenemos los mamíferos que nos permite optimizar la respiración para permanecer bajo el agua durante ciertos períodos de tiempo.
Cuando el reflejo se activa, el ritmo cardíaco se ralentiza, los vasos sanguíneos se estrechan y el bazo también se contrae; dichas reacciones nos ayudan a ahorrar energía cuando el nivel de oxígeno es bajo.
Aquel que se produce cuando la boca y nariz quedan sumergidas, dando lugar a una disminución de la frecuencia cardiaca y a una reducción del flujo sanguíneo a todos los órganos excepto al cerebro.
En los mamíferos acuáticos (focas, nutrias, delfines…) esta capacidad es muy fuerte, mientras que en otros como nosotros, los humanos, es más débil.
El reflejo de inmersión se activa específicamente por el contacto de la cara con el agua fría. Un efecto muy particular, ya que no se produce la inmersión de otras partes del cuerpo, tan solo de la cara.
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