25 Ago LO QUE MAUI ESCONDE
Desde pequeña imaginaba qué podrían esconder esos puntitos perdidos en el mapa. Sin saber mucho sobre aquellas islas, soñaba con ir algún día.
El empezar a viajar sola por el mundo, me abrió las fronteras. El primer paso fuera de mi país fue el más difícil, luego cualquier lugar se hizo alcanzable. Ya llevo 2 años y medio viajando, motivada por seguir creciendo en mi, en mis sueños y conociendo increíbles personas y sus culturas.
Tras casi un mes en Indonesia con planes de recorrer el sudeste Asiático, un mensaje de dos grandes amigos Facu y Ale, que habían sacado un pasaje de avión desde Argentina a Hawaii, cambió mi rumbo. Sin pensarlo mucho y presentándose la oportunidad, no iba a dejarla pasar. Tras varios vuelos y tan solo un mensaje de Facebook avisando al mundo que iba hacia una de las islas llamadas Maui, apareció Felo; un argentino que vive allí hace varios años me abrió sus puertas con una enorme generosidad.
Llegué al aeropuerto, la felicidad y la buena energía de todos los que trabajaban allí, fue como un abrazo como si me estuviesen esperando. A solo 15 minutos del aeropuerto se encontraba Paia, que sería el pueblo donde viviría los siguientes 6 meses.Unas pocas manzanas, un mercadito de comida orgánica, dos surfshops y un par de cafés y restaurantes. En busca de un cuarto para alquilar, encontré una casa muy linda decorada con tablas de windsurf pintadas de distintos colores y gente que entraba y salía. Al preguntar me dijeron que era el “Aloha surf hostel”. Entré, vi el lugar y abrazando una columna dije, este será mi nuevo hogar.
A los pocos días compré mi primer auto, un pequeño Ford y una tabla Kazuma 5’11”. Equipada comencé la travesía por aquellas junglas, lluvias tropicales y arcoíris en busca de olas.
Conocí a los primeros Argentinos, que desde un acantilado rodeado de verde miraban las olas de la playa de Hookipa mientras compartían mates antes de entrar al agua.
Esas olas me anunciaban grandes revuelcos y entrenamiento si quería poder surfear allí.
Intimidada por aquellas enormes olas, parada con mi nueva tabla en brazos mirando cual podría ser la entrada al mar, una chica se me acercó, Argentina también y me dijo ¿vamos?
Maui, que puedo decir… Es todo lo increíble que te puedas imaginar. Que todas las generaciones tanto hombres como mujeres están en el agua disfrutando entre amigos. El paisaje y la tranquilidad revitalizan el alma. Maui me recibió, me cuidó, me enseñó a surfear y cumplió mi sueño de estar con mis amigos viendo las olas gigantes de Jaws. Pero lo más importante, me dio una gran amiga, Ceci, aquella con la que surfeé por primera vez en Hookipa y con quién he crecido en este deporte. Descubrí la felicidad de compartir una pasión, alentar la superación y reírnos en los peores momentos, cuando el set de olas parecía comernos. Fue el comienzo de una hermandad y una compañera de viajes.
En aquella isla bailamos y aplaudimos los atardeceres, tomé mis primeras clases de yoga y empecé a cuidar mi cuerpo y alma comiendo sano. Creo que cuando uno está donde tiene que estar, conectado con uno mismo, el brillo interior sale y se contagia. Vivir el “Aloha”, no es solo una manera de decir hola o adiós, es llevar un espíritu de respeto, gratitud, honra y alegría por vivir agradeciéndo día a día y una fiesta de cantos y bailes al morir.
Un Hawaiano me dijo una vez “nunca digo de donde soy, según mis actos reconocerán de donde vengo”.
Maui es una isla con mucha energía, que como todos dicen, te recibe y acepta o te expulsa.
La experiencia que cada uno pueda vivir en las islas de Hawaii es diferente y personal. Será lo que cada uno este preparado para recibir.
Solo puedo decir Mahalo (gracias) Maui y a todos los que fueron parte.
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Posted at 17:33h, 26 agosto… [Trackback]
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