12 Abr HISTORIA: BUZZY TRENT, EL REY DE LAS BESTIAS
Echamos un vistazo al pasado para recordar los días del primer “surfista de olas grandes” y la huella que dejó en Hawaii.
Los hawaianos George Downing, Wally Froiseth y Woddy Brown, entre otros, ya estaban surfeando las olas de más de cuatro metros de Makaha, Hawaii para finales del año 1951. Sus tablas ahora con quillas (single fin obviamente) les permitían trazar líneas en la ola nunca pensadas antes. Con mucho más agarre y control sobre la pared, daba igual que sus tablas pareciesen barcos inmaniobrables, lo importante era llegar desde el pico hasta el inside en la ola más tosca del día.
Buzzy Trent (derecha) y Dave Sweet, Malibu, mediados de los años cuarenta. De archivo: Joe Quigg
El panorama de olas grandes fue protagonizado también por un pequeño grupo de californianos con muchas ganas de darle caña a las bombas de Makaha, en Oahu. El ambiente era relajado y fácil por aquel entonces, nadie dice que no tuvieran sus rifi-rafes tras un par de birras, pero Makaha bombeaba demasiadas olas en un sitio demasiado recóndito como para que pudieran haber malos rollos con los locales. Entre vivir en la playa y compartir condiciones peligrosas, ambos grupos supieron encontrar la amistad.
Los californianos estaban liderados por Walter Hoffman y Buzzy Trent, ambos nacidos en Malibu. Hoffman era un chaval de 19 años rubenesco, alto y amistoso que conoció a Downing en uno de sus viajes a Malibu en el 49. Hoffman regresó ese mismo verano a vela a Waikiki para una estancia de tres meses. Al año siguiente volvió pero esta vez para quedarse también en invierno y comenzar a entrar en Makaha a diario.
Hoffman tenía una 8mm con la que filmaba a su hermano mayor Phillip y a su colega Trent. Tras ver los vídeos una y otra vez (como lo hubiéramos hecho cualquier surfista enmonado) regresaron a Hawaii el invierno del 52 acompañados de media docena de sus amigos californianos. Acamparon en Makaha con lo que pudieron encontrar y cuando no estaban surfeando se encontraban comiendo sandwiches baratos o latas de conservas.
Buzzy Trent, Makaha, 1956. Photo: Joe Quigg
Walter Hoffman hizo buen empleo de su cámara ese invierno y en sus fotos se pueden apreciar los rasgos que tendría el paraíso de cualquier surfista: olas vacías, palmeras, tablas por todos los lados… Aunque como todo, vivir de manera tan básica trajo sus problemas al grupo. “Todos enfermamos” recordaba Phillip, “pasamos infecciones de todos los tipos, parece bonito en las fotos, y lo era. Pero en muchas ocasiones era desastroso”
Las condiciones de vida mejoraron cuando al llegar el invierno siguiente los hermanos Hoffman alquilaron una cabaña de madera al lado de la playa de Makaha. Cada vez más californianos se aventuraron a probar las olas isleñas al haber visto lo que les esperaba. Entre otros se encontraba con ellos el shaper Bob Simmons, que tuvo la mala fortuna de morir ahogado un año y pico después surfeando cerca de San Diego. Los amigos Hoffman y Trent se habían ganado los méritos entre el clan surfista de la isla, ya que si bien el nivel técnico estaba siendo empujado por George Downing, los dos californianos le igualaban en cojo…mmm….¿ganas?. Walter literalmente entraba en condiciones gigantes y altamente peligrosas como si estuviera surfeando las olas veraniegas en Malibu.
Buzzy Trent. Foto Don James
Trent, sin embargo, ponía nervioso a mucha gente. Era el típico charlatán al que le gusta llamar la atención y hacer reír a la gente haciendo de payaso. Era una persona con unas cualidades físicas increíbles y, entre otras cosas, podía correr 100 yardas en tan solo 10 segundos. Además, su juventud le enseño que el sufrir te hacía de hierro y su padre debía ser un capullo integral, según afirmó Trent en ya de adulto. No tenía problema en soltar a los perros si cualquier empobrecido de la postguerra cometía el error de parar en su casa para pedir comida. Digamos que fue chapado a la antigua.
Durante los años 40, Trent fue discípulo de Bob Simmons. A menudo conducían hasta el break más grande de Santa Barbara llamado Ventura Overhead. Simmons le decía a un joven Trent en el agua “le vas a dar a todo, ¿deacuerdo? serás un cobarde si no te pillas una bomba”. Él bajaba la cabeza y las remaba. Trent era un gran surfista, podía nadar muy bien y como había practicado buceo muchos años, podía mantener la respiración debajo del agua durante más de tres minutos. Las olas grandes no eran un problema para él en ese aspecto, si le pillaba una gorda, el lo veía como un entrenamiento para mejorar y ser cada vez más duro.
Buzzy Trent, King of Beasts – Malibu
Llegó a Hawaii por primera vez en el invierno del 52 y nunca regresó. Ningún otro californiano se tomaba el surf como lo hacía él. Entrenaba corriendo por la playa una y otra vez, haciendo pesas y saltando a la comba cuando nadie había contemplado entrenarse todavía. Examinaba el material de los otros surfistas de olas grandes y mejoraba sus tablas para desafiar las condiciones. Sin embargo, lo más desafiante de esta icónica figura era los huevos que le ponía al asunto. El legado de su actitud heroica fue pasado a las siguientes generaciones de surfistas de olas grandes.
Downing, Froiseth y John Kelly habían diseñado material específico para olas de gran tamaño y puesto todo su empeño y recursos para entrar en condiciones difíciles . Pero ninguno había visto la necesidad de llamarse surfistas de olas grandes necesariamente. Ellos habían inventado el surf de olas grandes, pero Trent había inventó el “surfista de olas grandes”. El concepto quizás nació por culpa de la inseguridad de Trent (ya que encajaba en el perfil del abusón de colegio que fue durante sus años mozos) o porque su visión del deporte era exclusivamente de batalla y combate con condiciones enormes. Él fue el que llamó al concepto de tabla de olas grandes “gun” por primera vez. Su afán por lo belicoso también se apreciaba cuando salía remando en una marejada masiva pensando que era un piloto de guerra alemán sobrevolando un escuadrón de aviones aliados sobre los campos de la Francia del 18.
En las olas grandes y solamente en las grandes, Trent pensaba que el surf se escapaba de las fronteras del deporte y del ocio para entrar en un escenario de ofrenda y sufrimiento en el que uno podía llegar a bañarse de gloria, honor y valor. “Somos guerreros” decía a sus compañeros. “No hemos tenido que besar ningún culo. Hemos venido, hemos visto y hemos conquistado. ¡Somos Cesares!”
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