15 Dic ENVIRONMENTAL LOVER, ENVIRONMENTAL WARRIOR. DE LA PREOCUPACIÓN A LA ACCIÓN
Parece ser que el Cambio Climático ya es una realidad. Pocos gobiernos lo niegan y son numerosas las evidencias científicas que corroboran que ya empezamos a sufrir sus consecuencias. Cada vez, las temperaturas son mayores, el agua más escasa y los huracanes, tornados y tifones rompen esquemas pasados. Pero esto no es todo. Las muertes relacionadas con la contaminación atmosférica o del agua aumentan. Las desigualdades también.
Y, por si fuera poco, nuestros océanos se resienten. Los grandes protagonistas del planeta Tierra se están muriendo poco a poco. La sobrepesca, la acidificación de sus aguas, la cantidad de residuos depositados en ellas durante tantos años hacen que el crítico estado de los océanos se sume a la larga lista de problemas ambientales que nos rodean y afectan.
Si a todo esto le sumamos la deforestación de nuestras selvas y bosques, la pérdida de biodiversidad o la pérdida de suelo fértil entramos en una espiral sin fin y catastrófica que nos hace pensar que todo está perdido, que no hay nada que podamos cambiar. Con tantos problemas, ¿qué voy a poder hacer yo? ¿En serio sirve de algo mi pequeña lucha y concienciación frente a problemas tan grandes?
Pues sí. Frente a problemas de tanta envergadura, querer poner nuestro granito de arena para cambiar las cosas significa crear la tendencia del cambio. Dejemos de pensar que los problemas “tan graves” sólo los pueden solucionar los gobiernos. Somos nosotros los que podemos hacer mucho con cada pequeña acción.
¿Y tú, quieres pasar a la acción y declararle la guerra al Cambio Climático? ¿Quieres contagiar tu actitud? ¿Quieres que tus hijos/familia/pequeños con los que convives aprendan a respetar nuestros océanos y el medio ambiente? No es tan difícil como parece.
Yo puedo cambiar las cosas
Quizá este sea el punto más importante de todos y, probablemente, el que menos asumido tengamos. Cada día, consumimos miles de recursos (el pan del desayuno, la energía eléctrica para cargar nuestro móvil, el transporte que escogemos, papel, el ordenador portátil, la ropa…) y generamos, también, residuos. Pero lo que no resulta tan evidente, es que, cada día, tomamos miles de decisiones. Nosotros decidimos qué consumimos y tener esa última palabra no da un gran poder para cambiar las cosas sólo con nuestras decisiones y acciones.
Adiós a los residuos innecesarios
Bolsas desechables, agua envasada, fruta con tres envoltorios diferentes, pajitas para beber… NO, gracias. Optando por bolsas reutilizables de tela, por capazos, por comprar a granel y por dejar de comprar productos no necesarios como las pajitas no sólo estamos reduciendo nuestros residuos, estamos no consumiendo plástico; un material sintético derivado del petróleo, que conlleva un gasto energético enorme (al igual que su elevada huella hídrica y de carbono) como para ser desechado a la primera de cambio y que, además, generará un residuo que, la mayor parte de las veces, no se gestiona adecuadamente y acaba en el medio natural.
La cesta responsable
Practica el consumo responsable. Tomar decisiones informadas a la hora de comprar un producto se convierte en nuestra gran arma para esta lucha. Buscar cómo se extrae el aceite de palma o el coltán, cómo se producen los huevos de gallina, qué pescado está de temporada o dónde lo pescan, elegir una hortaliza cultivada a 50km de tu municipio en vez de a 5000km, aprender a distinguir un producto realmente sostenible de uno con la falsa etiqueta de “ecológico”. Te sorprenderá todo lo que puedes descubrir y los pequeños y sencillos cambios que vas realizando en tu cesta de la compra. Y no lo olvidemos nunca, el consumidor decide qué quiere consumir y qué no y, esto, se puede convertir en el mayor instrumento de presión hacia los productores y hacia las grandes multinacionales.
Imagen de Reciclajes Avi.
Cuenta lo que haces
Comparte tus preocupaciones y puntos de vista, los cambios que has realizado en tu pequeña batalla ambiental y haz partícipe a toda persona que interactúe de manera directa o indirecta contigo en el día a día y en tus quehaceres. En resumidas cuentas, pon voz a los problemas contra los que luchas. Siempre parecen tan lejanos y complejos de abordar hasta que una persona de tu ámbito comparte contigo cuáles son sus alternativas para luchar contra ellos y ves que son pequeñas acciones rutinarias tan sencillas de incorporar. Ahora, podemos ser esa persona que aproxima los problemas y las soluciones halladas a los demás.
Míralo todo positivamente, sonríe y afronta el reto
No me gustaría concluir el artículo sin valorar lo que supone o supondría la Educación Ambiental como herramienta hacia la sociedad para lograr una concienciación globalizada y acciones engranadas las unas con las otras, consiguiendo cambios orientados hacia la sostenibilidad y la conservación de nuestro medio natural y entorno. La Educación Ambiental pretende ofrecer una formación basada en la cooperación y no competitividad, la sensibilización y la participación de las personas a las que va dirigida. Por todo ello, resulta evidente su importancia y relevancia en el ámbito educativo. Pero, resulta aún más necesaria (y no valorada) en nuestra vida cotidiana. En nuestro trabajo, en nuestras calles, en nuestros mercados y en nuestro ocio libre, para poder transmitir mensajes de esperanza a aquellas personas que, viendo el mundo tal cuál se describe en el primer párrafo, se dan por rendidas en esta nuestra pequeña batalla por salvar el planta.
Texto e imagen de BIOagradables, el colectivo de voluntariado activista comprometido con la limpieza de playas. Conoce más sobre BIOagradables en sus redes sociales: Facebook, Twitter y Google +.
Ahora ya sabes que pasar de la preocupación a la acción sí resulta un cambio significativo y que, con nuestras acciones, aún estamos a tiempo de frenar esta espiral e ir recuperando, poco a poco, a nuestra Tierra.
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