30 Mar ENTRAR CUANDO ESTÁ MAL ES IMPORTANTE… ¡Y LO SABES!

Entrar cuando el mar no está de nuestro lado es importante. Es evidente que no se disfruta tanto como cuando está épico, pero tiene unos beneficios realmente interesantes.

Está más que admitido que cuando hay onshore, llueve, hay algo de mar (pongamos un metro pasado) y para terminar de ser generosos, ya que la generosidad la considero como algo valioso, tienes el neopreno empapado, entrar… caramba… cuesta.

Sin embargo, ¿alguna vez os habéis arrepentido plenamente de haber entrado? No me refiero al arrepentimiento de haberte dado un baño lamentable y pensar que eres malo o que las olas hoy no estaban contigo. Me refiero al profundo arrepentimiento que surge al pensar que podrías haber estado haciendo algo mejor.

Digamos que ya te has dado el baño y que casualmente tienes el placer de toparte con este artículo entre el mayor mar de heces cibernéticas de hogaño, Facebook. Estás algo frustrado porque el mar hoy estaba feo. Tú sólo quieres comerte tu barra de espetec con pan y olvidar lo ocurrido. Pues a mi personalmente me suele gustar, además de comer pan con embutido, compartir visión con los genios de Monty Python: Always look at the bright side of life (Mira siempre el lado positivo de la vida).

Piensa que si…

Piensa que si apenas has dejado de remar y de hacer patos, estás cogiendo fondo para cuando esté ordenado y limpio. Piensa que si te ha costado situarte en el pico, el día que esté accesible te costará menos sentarte en el sitio donde se reparten los billetes dorados. Piensa que si te has cogido sólo cerrotes, ¡ya sabes que pinta tienen!

Piensa que si te has caído en todas las olas y no has sido capaz de completar ninguna, el día que esté más fácil vas a poder mirarlas de forma distinta. Piensa que si las paredes eran muy rápidas, el día que estén lentas podrás aprovechar mucho mejor el tiempo. Piensa que si tu canto no ha dejado de bailarte bajo los pies y hacer cosas extrañas en el agua, ya conoces mejor como funciona tu tabla. Piensa que si el agua estaba sucia y con un incierto tono fecal, el día que esté veas llegar una ola cristalina vas a disfrutarlo tanto más.

Todos estos beneficios son pocos comparados con el hecho de que casi con total seguridad hayas compartido baño con la mitad de personas que en un día de condiciones normales, con un cuarto del aforo de un día épico y con un dieciseisavo de una jornada estival cualquiera.

Ahora, habiendo leído el ridículo número de anáforas presentadas en los párrafos anteriores y habiéndote terminado el bocadillo, creo que la opción de arrepentirse no puede ser contemplada, ni mucho menos aceptada.

Es como si Roger Federer dejase de jugar al tenis porque un día la red esta suelta o porque sus zapatillas no se agarran bien a la pista. Bueno en realidad existen varios matices que oponen drásticamente estas realidades haciendo que apenas compartan características (no todos los símiles surf-tenis tienen tirón). Pero, ¡imaginadlo! eso si que sería ridículo.

La capacidad que tenga cada uno de pensar positivamente en los días más difíciles, y ahora no solamente hablando desde una dimensión deportiva, depende únicamente del estado mental que cada uno quiera proyectar hacia sus actos, hacia el prójimo y por supuesto hacia sí mismo. La diferencia entre meditar si un baño, un día en la universidad o un fin de semana han ido bien o más bien mal, es una capacidad que solamente uno mismo puede poner en uso y que resulta increíblemente útil cuando es reconocida. Terminaré citando una frase que me gusta escuchar de quien quiera que la diga:

“Cómo te sienten las cosas depende sólo de ti, no de las circunstancias que las acompañen”