03 Nov EL VIRUS QUE DEJA DELFINES MUERTOS EN EL MEDITERRÁNEO
Un virus denominado morbillivirus ha vuelto a atacar a los delfines del Mediterráneo, en una variante todavía más agresiva.
Ha provocado decenas de varamientos y muchas hipótesis señalas la contaminación como causa principal.
¡Conócelo!
Todavía más mortífero
En el Mediterráneo ha vuelto a aparecer el virus más letal que mata a los delfines. Se trata del Morbillivirus, un patógeno que en la década de los 90 ya mató a más de 1.000 de estos cetáceos y que ha vuelto a afectar a la población de delfines mulares. Desde 2012 una nueva cepa del virus ha llegado del océano Atlántico y ya ha provocado una decena de varamientos en Valencia y otros seis en Sicilia.
Se trata de un virus de la familia paramyxoviridae que infecta a los cetáceos, provocando una enfermedad contagiosa en delfines, marsopas y ballenas. Esta infección causa una enfermedad grave en estos animales ya que provoca neumonía, encefalitis y daño en el sistema inmune, lo que afecta a los cetáceos, provocándoles disminución de la capacidad para nadar y permanecer a flote sin ayuda.
La nueva variedad llegada al Mediterráneo no se contagia tan fácilmente como las anteriores, por lo que no produce brotes, pero es más mortífero. Aunque el origen del Morbillivirus se desconoce, investigadores de la Fundación Oceanogràfic apuntan a la contaminación como un factor que potencia su mortalidad.
«Los contaminantes que hay en el mar producen que el sistema inmune de los delfines se debilite. Por eso cuando el animal entra en contacto con el virus provoca muertes masivas. En el Mediterráneo hay muchísimo movimiento, vertidos y grandes masas de turistas que utilizan las playas y cruzan el mar con los cruceros. Además, es como un lago y los niveles de tóxicos son bastante altos» » – Consuelo Rubio-Guerri.
El morbillivirus de los cetáceos apareció por primera vez en 1987, cuando se estima que murió el 50% de la población de delfines mulares del Atlántico Norte. En un principio se achacó a una intoxicación masiva por algas tóxicas. Entre 1990 y 1992 ocurrió la muerte de alrededor de mil delfines en aguas mediterráneas y un estudio más profundo reveló la existencia del virus.
Desde entonces, el seguimiento de las poblaciones salvajes de cetáceos ha permitido descubrir brotes de gran magnitud en regiones tan separadas como Florida y Brasil, aparte del norte de África, el Atlántico europeo y el Mediterráneo.
Recientemente se han detectado epidemias en el Pacífico oriental y Australia, lo que implica que se ha convertido en un problema cíclico de alcance global, cuya magnitud deja millares de cadáveres a su paso.
De momento los especialistas no han encontrado una solución para los delfines. «Una vacuna no es viable porque si la desarrollamos, lo realmente difícil sería ponérsela a los animales. Es verdad que existen vacunas orales que se han utilizado para los jabalíes, pero es mucho más complicado aplicar esta idea en el mar». Por tanto, lo que toca ahora es seguir estudiando cómo actúa el virus para poder prever si va a haber una epidemia o saber cómo se va a comportar en un futuro para poder estar preparados.
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