13 May CONOCIENDO NUESTRO INCONSCIENTE
Nuestro inconsciente puede parecer algo difuso y lejano, pero está presente en todo lo que haces, en cada ola que coges, en todo lo que sientes y lo que piensas.
Nuestro inconsciente puede parecer caótico y que no tiene ningún tipo de estructura. Podemos pensar que nuestro inconsciente es algo muy lejano, que se mueve a su capricho y que, a veces, se hace presente en nuestros sueños. Pensaremos que nuestra racionalidad es mucho más simple, más potente, más fiable, rápida y efectiva.
Nos sentiremos más cómodos con la efímera sensación de que, nosotros, podemos controlar nuestro mundo. Y cuanto menos tengamos que ver con nuestro inconsciente, mejor.
La mente racional y el inconsciente
Nuestra mente racional funciona en serie. Por lo que solo podemos concentrar nuestra atención en una tarea compleja a la vez. Quizás, algunos seres privilegiados pueden hacer dos, tres, o incluso cuatro tareas a la vez y no morir en el intento. Pero un procesamiento en serie es limitado. En cambio, nuestra parte inconsciente, está conectada con el resto del universo inconsciente que nos envuelve.
Recibe infinita información, más allá de los cinco sentidos. Procesa la información en paralelo, es decir, es multitarea. Puede estar procesando información mientras se conecta a nuestra consciencia mediante la intuición, nuestros gustos, nuestras sensaciones.
La mente racional está maravillosamente diseñada para solucionar problemas, concretar un reto, proponerse un objetivo y establecer diferentes pasos para lograrlo.
No obstante, será el inconsciente, a través de la imaginación, las intuiciones y la inmensa capacidad creativa de la que dispone, los que aportarán las ideas, que nos harán capaces de triunfar sobre los retos.
Para el inconsciente el tiempo es relativo
Para el inconsciente no existe el tiempo. Podemos recordar algo importante que ocurrió hace años como si fuese ayer, y sin embargo, nos nos acordamos de lo que comimos la semana pasada. Palabras escuchadas hace años, y que nos impactaron profundamente, no podemos olvidarlas, y en cambio, no somos capaces de memorizar una dirección.
Nuestra memoria es inmensa, pero dos hechos ocurridos tiempo atrás, no sabríamos decir en que orden tuvieron lugar.
El inconsciente no sabe diferenciar entre algo real o virtual. A través de la imaginación podemos influir sobre nuestro estado de ánimo, al concentrarnos en hechos agradables o desagradables. Lo interesante es, que la influencia que ejerce nuestro inconsciente, puede llegar a somatizarse en nuestro cuerpo.
Cada vez se hace más evidente la relación directa entre nuestras emociones y los síntomas patológicos del cuerpo. En esta línea, vemos como nuestro estado de ánimo puede facilitar o entorpecer la recuperación de una enfermedad, etc.
El inconsciente no juzga, actúa de forma inocente. Para el todo es relativo.
Lo correcto y lo incorrecto, dependerá de la información que le introduzcamos, de la cultura a la que pertenezcamos, de las creencias familiares, etc.
Mediante la empatía, vivimos lo experimentado por otra persona, como si nos estuviese ocurriendo a nosotros mismos. Proyectamos en los demás nuestra realidad. Podemos decir, que la belleza existe en los ojos del observador.
En realidad, nadie puede herirte si tu no te hieres a ti mismo, nadie puede humillarte si tu no te sientes humillado, cuando sentimos amor por alguien, es porque ese amor ya existe en nuestro interior, no viene de fuera.
Miguel Ángel Cueto Liaño.
Psicólogo Clínico – Hipnosis
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