16 Feb CÓMO SER UN BUEN VOLUNTARIO
Coincidiréis con nosotros en que un buen voluntario ha de cumplir un montón de características, entre las cuales, la más importante, son las ganas. Y es que, una vez que contamos con ese ingrediente principal, todos los demás vienen rodados. La buena predisposición y el deseo de ayudar, de aportar y de divertirse son básicos e imprescindibles en el buen voluntario y, si nos fijamos, aparecen en él de manera natural, ¿no creéis?
Como todos sabemos, también es necesario el tiempo, pues debemos dedicarle una pequeña parte del nuestro al voluntariado. Sin embargo esto no es un gasto, sino una inversión de la que recibiremos mucho a cambio.
Otras de las aptitudes de un buen voluntario son las relacionadas con la parte más humana, como pueden ser la empatía, el amor, el respeto y la aceptación del otro sin discriminación alguna. Os habréis cansado ya de que os lo contemos en cada artículo, pero en OSB buscamos romper barreras, con las olas, con las sonrisas, con todo lo que hacemos cada día para lograr que el mundo no sea un lugar hostil.
Si nos ponemos un poco más serios, un buen voluntario también debe de tener discreción sobre los asuntos de los que tenga conocimiento durante el voluntariado, las asociaciones y los destinatarios de las actividades. Muchas de las personas que reciben la atención de los voluntarios, se encuentran en situaciones personales complicadas y debemos ser cautelosos dando prioridad a una acogida abierta. ¡La sonrisa es una muy buena herramienta para conseguirlo! Sin olvidar que esto se consigue con sentido de la responsabilidad, el cual forma parte del espíritu del voluntariado y se aprende además con la práctica del deporte, como vimos en otro de nuestros artículos.
Además, también son muy importantes el sentido de la justicia y la igualdad, tener siempre presente que las diferencias desaparecen cuando hay buena voluntad de por medio. ¡Rompamos las barreras!
En cuanto a la relación con el resto de voluntarios, y esto es algo que también nos enseña el deporte, la capacidad de trabajo en equipo es un fundamental junto con la empatía, la solidaridad, ponerse en el lugar del otro, ayudarle y comprenderle. Y sí, esto también es aplicable a la relación entre voluntario y destinatario.
Como veis, todas estas cualidades y características tienen un denominador común con el que comenzamos el texto: las ganas. Mediante ellas podemos mover todo lo demás. Si flojeamos en alguna de las otras aptitudes necesarias, encontraremos en las ganas el motor para poner en marcha el aprendizaje, la superación y la mejoría. ¿Estáis de acuerdo con nosotros?
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