30 Jun PLAYAS PARA PERROS, UN ESPACIO PARA COMPARTIR
Aterriza el verano, el buen tiempo se instala en todas las playas y los turistas colonizan lugares hasta entonces en propiedad de los autóctonos. En este nuevo ecosistema, los problemas no tardan en aparecer a ambos lados del tablero de juego en el que se ha convertido la arena, las rocas y el agua salada.
En el medio de toda esta batalla por el territorio que se despliega durante los meses que abarcan desde la Semana Santa hasta el verano, hay otro ser vivo mucho más adaptado y socialmente integrado, que sufre la discriminación y el rechazo por parte de la sociedad, en la que, por otro lado, durante el resto del año casi siempre convive en estado de tranquilidad y respeto mutuo.
Hablo de ese amigo fiel, ese compañero infatigable que cada verano se enfrenta a la diezma de su población por un motivo tan inhumano como es, el abandono. Algo que en muchas ocasiones va de la mano de los atropellos y el incremento más que considerable en perreras o cunetas.
Para que este tipo de sentimientos encontrados: “dijimos que sería como un peluche y que lo cuidaría la niña y ahora míralo, solo se sabe mear en el sofá”, no ocurran en los meses de verano, hace ya unos años que muchos ayuntamientos han añadido un tipo de adjetivo a las playas para que muchas de las personas que visitan los lugares turísticos, no sienten la tentación de cambiar a su amigo fiel por unas vacaciones al lado del mar.
Así que, las administraciones han creado un nuevo término “playa para perros” que responde a este dilema. Seguramente los motivos sean todos ellos de buen carácter social y moral, jamás por un oculto motivo político con el que poder traficar algún puñado de votos.
Recién se ha publicado un listado con las playas para perros que se habilitarán este año en el litoral español, una serie de espacios en los que los propietarios de estas mascotas, que ya se han llegado a convertir en un miembro más de las familias, podrán visitar sin correr el riesgo de una sanción administrativa o alguna mirada de asco por parte de esa otra especie reconocida como el “jodechinchos” (en español de la meseta “el guiri”).
Texto Víctor Gallego
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