03 Sep “SKATEBOARD: FILOSOFÍA SOBRE EL MOVIMIENTO Y LA LIBERTAD PARA EJERCERLO”
“El skate, ese deporte que se practica en la calle, fuera de las reglas que marcan los cuadriláteros y que desafía todas las leyes, incluida la de la gravedad”
Texto Víctor Gallego
Es la década de los 70 y unos jóvenes rodeados de un ambiente deprimente, en los suburbios de la ciudad de Los Ángeles, se agarran a lo único que les hace disfrutar, el skateboard. Surfean por las calles y patinan en piscinas, se hacen llamar “Lords of Dogtown” (Los amos de Dogtown).
Este es el argumento de una película basada en historias reales. Ese tipo de historias que muestran una época en la que la rebeldía y el inconformismo eran síntomas de libertad. Una lucha personal y social en la que los jóvenes buscaban un hueco donde lo único que querían encontrar era la autorrealización, a base de trucos increíbles y maniobras imposibles encima de sus monopatines.
FILOSOFÍA
Seguro que a muchos todavía les queda ese espíritu rebelde que sentó las bases de una generación en la que lo que se escuchaba era punk y lo que se dibujaba estaba prohibido. A día de hoy, el skate sigue siendo ese deporte que se practica en la calle, fuera de las reglas que marcan los cuadriláteros y, aunque hay una competición regulada, no se puede negar que los que lo disfrutan desde la tribuna sienten esa envidia sana, esa envidia de saber que lo que allí se ve desafía todas las leyes, incluida la de la gravedad.
Una de las cosas buenas o malas, según desde que lado se observe, de este deporte es que la manera de disfrutarlo es tan diferente como el tipo de personas que lo practican. Una tabla y cuatro ruedas, y con eso se pueden imaginar posibilidades infinitas de disfrutar del monopatín.
VERTIENTES Y MODALIDADES
Habrá quienes escojan uno corto para realizar trucos en la calle, en la plaza o en cualquier lugar, que visto desde los ojos de los padres seguro que es imprudente, insensato e ilegal. Pero con el que los skaters se manifiestan contra el sistema, como antaño, permitiéndose soñar que cada maniobra está arraigada a un sentimiento. Los habrá que escojan el mismo monopatín pero lo que quieran es hacer vuelos imposibles sobre rampas vertiginosas, rampas en las que cualquiera de los mortales sufriría de vértigos con tan solo sentarse en la cima.
Y el común denominador será que a ambos les guste saber que la calle es su terreno y que, si tienen que escapar, lo pueden hacer sabiendo que el único límite es llegar a tocar el cielo.
La otra vertiente del skateboard, que ha regresado del pasado y lo ha hecho para quedarse desde hace unos años, es la que responde al nombre de longboard. Tablas sobre las mismas cuatro ruedas pero que casi recuerdan más a una de surf que a una de skate, si se me permite la licencia.
Estos monopatines también tienen sus diferentes usos. Los hay que lo suyo es la velocidad, los que escogen un long para descender hasta el infierno a través de carreteras empinadas donde las curvas no son sólo un peligro, sino también un reto, el Downhill skate. Una modalidad que en California crea sensación y donde se pueden llegar a ver carreras de infarto.
Importada también desde el otro lado del charco, desde la Golden Coast californiana, encontramos el carving, una modalidad que recuerda al surfing más retro, más auténtico. En el que no se trata de ser el más rápido o el mejor, se trata de mimetizar tus movimientos con la plasticidad propia de los bailarines. Un espíritu que proyecta la libertad del alma en cada movimiento con el que se surca el asfalto.
CONCLUSIONES
Todas y cada una de las vertientes que se han arrojado hasta aquí, probablemente hayan nacido con la misma motivación, la motivación y el ansia que tiene el ser humano por deslizarse, por sentirse un ave sin alas y por esa ley física que nos dice “toda acción provoca una reacción y sin ella no hay movimiento”. El skateboard, una filosofía que nos traslada a la esencia más pura del ser, el movimiento y la libertad para ejercerlo.
No Comments