DIARIO DE UN SURFTRIP “DE ESTUDIOS”: PERÚ

Con una mochila y dentro un neopreno, Óscar Babé nos cuenta un viaje realizado hace unos años, que todo aficionado al surf quiere hacer algún día: viajar por un país y parte de un continente buscando olas. Más largas o más cortas, más fáciles o más difíciles, pero en el centro una única cuestión: ¿Qué ola surfeamos mañana? Un motivo, los estudios; una razón, el surf; y un billete, Perú.

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Foto cortesía de Óscar Babé

Una decisión difícil

Dudó entre Méjico o Perú, una elección difícil entre dos países a priori diferentes pero que guardan una relación muy estrecha. América Latina es uno de esos lugares que escojas el país que escojas es muy complicado equivocarse. Cultura, gente, comidas, paisajes, ciudades, lugares, sierra, selva y playa; todo esto y más podemos encontrar en un continente que nos enseña más de lo que somos capaces de apreciar.

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Atardecer gigantes-Nicaragua

En este caso la decisión fue estudiar en Perú, y esta decisión no respondió a la casualidad, a menos de dos horas de donde Óscar vivía se encuentra Chicama, una de las olas más famosas en el surf por ser la izquierda más larga del mundo. Como el propio Óscar nos cuenta: “Una ola en la que te tienes que relajar en la mitad, tomar aire y pensar tu siguiente giro, si no, no das acabado y las piernas no te aguantan. Hasta tres minutos puedes estar surfeando”.

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Cartel Chicama

Pero como comentaba al principio, el principal motivo de su viaje fueron los estudios. Óscar es estudiante de ciencias del mar en Vigo y solicitó una de las becas que todas las universidades incluyen en sus programas de intercambio, así que una vez se la concedieron, emprendió su personal diario de viaje. Tras el coñazo del papeleo, unos puñados de emails entre ambas universidades y una elección de asignaturas, la preparación básica ya estaba hecha. Solo quedaba comprar un billete de avión y llegar a destino. Trujillo. Universidad Nacional.

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Atardecer desde Casa-Huanchaco

La llegada a Perú

Los primeros días transcurrieron en una residencia en el corazón de la ciudad, Óscar los describe como caóticos y ruidosos, cláxones y bullicio en las calles: “Aunque la ciudad tenía su encanto no era lo que yo buscaba”. A veinte minutos de la capital de la provincia de Trujillo y del departamento de La Libertad se encontraba Huanchaco.

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Huanchaco

Huanchaco, no es una ciudad ni mucho menos conocida, nadie la etiquetaría como la ciudad surfera por excelencia, sin embargo, pocos se imaginan que puede decir con orgullo, y probablemente con algo de controversia, que es la ciudad donde nació el surf. En una lucha que seguro será eterna contra Hawái, Huanchaco puede presumir de que en sus playas navegan las embarcaciones precursoras de este deporte.

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Huanchaco desde el agua

Tradición y olas

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Totoras

La tradición cuenta que los pescadores cuando regresaban de su oficio, al entrar en la playa aprovechaban las olas para impulsarse, y que en alguna de estas maniobras, algún pionero pescador se puso de pie en las espumas y de ahí surgió lo que hoy muchos de nosotros practicamos y cada día gana más adeptos, el SURF.

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Totoras volviendo de faenar

Estas embarcaciones milenarias, conocidas como los Caballitos de Totora, son similares a unas piraguas muy picudas en la proa y con un pequeño espacio en la popa para los pescadores. Están construidas con juncos o, como son conocidas en el idioma local, totoras, que son extraídas de los humedales que dan nombre al pueblo. Los Caballitos de Totora aún se pueden ver en uso en la actualidad, cuando los lugareños salen a pescar.

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Totora

Este pueblo de poco más de 5000 habitantes es donde Óscar se pasó un año surfeando y, como él nos dice, puede contar con los dedos de una mano los días que no surfeó, y no por no tener olas, sino porque “estaba demasiado pequeño”. Sin embargo, este no fue el único spot que conoció, sus viajes por la costa peruana también eran frecuentes. Óscar recorrió diferentes olas: Lobitos, Mancora o Chicama.

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Surf Huanchaco

Evidentemente el que recuerda con más impresión es el surf en Chicama o Puerto de Malabrigo, la izquierda más larga del mundo en la que a pesar de que se dan cita surfistas de todos los lugares del planeta, no llega a ser una ola muy masificada.

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Baño en Lobitos

Nos dice que aunque no sea una ola complicada, sí es una ola que te exige lo mejor de ti, “en el pico hay mucha corriente y si no la coges de la primera remada vas perdiendo metros de ola”. Sin embargo esto no es lo peor, nos confiesa, sí lo son los tres kilómetros que tienes que recorrer de vuelta para disfrutarla de nuevo. “Es otro concepto de surfing, a mí me entraba la risa en la ola, llegaba un punto en el que tenías que parar de surfearla, cogías aire, mirabas la pared infinita y otra vez, pero cuando puedes encadenar todas las secciones seguidas, es la hostia”.

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El muelle (lobitos)

Esta ola, como Babé la describe, tiene días, hay días perfectos y otros, bueno, pues no tanto, pero en definitiva, “una ola muy divertida”. Tiene diferentes secciones, entre ellas “el point”, “el hombre” y al final de todo “the cave”, estas son algunas de las que él aún recuerda el nombre. Solo una cosa negativa nos relata de esta experiencia, y no es otra que los listillos que habitan en todos los lugares, los míticos snakers que te saltan la ola. Después de tu pateada de media hora entre caminos, rocas y playa te encuentras que una zodiac, por un módico precio (para los gringos), te sube al pico y te espeta a los “summer surfers” delante de ti, que te tragaste toda la odisea de vuelta. Pero aun así, merece la pena.

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Playa Lobitos

Gastronomía y gentes

Y como no solo de surf vive el surfista y hay que reponer lo que se quema, la comida ocupa un lugar importante. Uno de los valores en alza de la cultura peruana es su tradición culinaria, rica en productos del mar, y que no pasó desapercibida en el viaje de Óscar. Aun nos cuenta que todavía echa de menos sus ceviches y sus pescados, aparte de sus olas, claro. Con nostalgia recuerda que fue una año increíble, “muy buena comida y mucho, mucho surfing”, que no fueron suficientes para no echar de menos a los suyos, única falta que nos dice haber sentido allá.

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Playa Lobitos

Pese a ser una cultura caótica, él tenía su pequeño refugio en Chicama, donde como cuenta, más que estudiar, a veces tenía la sensación de estar de vacaciones, un puerto muy tranquilo donde todo ocurría a otro ritmo, “un año de estudio allí es una mes en Vigo”. Aunque haya sido un año claramente marcado por el surf, cuando haces un viaje de estas características te enriqueces en todos los aspectos de tu vida, vuelves con mucho más de lo que te llevaste, aun cuando tu mochila vuelve vacía.

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Con un paisano del pueblo de Otuzco

Y es que en Latinoamérica otra cosa no, pero el diamante en bruto es su gente, siempre preparada para compartir, ayudar y hacerte sonreír. Así, entre risas, Óscar narra la anécdota que le sucedió en un pueblo perdido de Perú:

“Estábamos buscando unas cascadas en el culo del mundo que nos habían dicho que estaban muy chulas, pero no sabíamos cómo llegar. En la plaza de armas de este pueblecito había dos señores sentados en un banco. Oigan, perdonen, ¿para llegar a las cascadas de Condornada? Se miraron el uno al otro y bufando para sí… buff, buff… ¡no vais a llegar en la vida! Es…tenéis…vais…giráis…tomáis una combi (autobús)… y tras una pausa pensativa uno de ellos dijo: Oye fulanito, ¿tú que tienes que hacer esta tarde? Pues yo, en principio nada, ¿y tú? Nada tampoco, ¿los llevamos?”.

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Playa Hermosa

Y tras esta extraña conversación entre los lugareños, ambos llamaron a sus respectivas esposas, acordando con ellas un nuevo plan, subieron a sus nuevos pasajeros a la furgoneta y fueron en busca de estas. Para sorpresa de nuestro interlocutor, una de ellas regentaba una pequeña tienda en la localidad, sin embargo sin dudarlo un segundo echó la verja a su negocio, cogió a los niños. Entre todos llenaron dos camionetas y se fueron a pasar el día con ellos. Ambas familias, Óscar y sus compañeros emprendieron rumbo a Condornada y como Babe aún recuerda “nos invitaron a comer y a beber después de dos horas de caminatas eternas para enseñarnos unas cascadas increíbles” y reflexiona, “¡Gente buena, no! Lo siguiente, ¡gente increíble!”.

Texto. Víctor Gallego

Surfer Rule
info@surferrule.com

Más que surf, olas gigantes y tendencias Surfer Rule, revista de referencia del surf y el snowboard en nuestro país desde 1990, promueve los valores, la cultura y las inquietudes de todos los que amamos los boardsports.

1Comment
  • Tomás Parra Tejeda
    Posted at 01:31h, 03 octubre

    Historia completa

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